lunes, 4 de marzo de 2013
Robos de domingo
Estoy en la fila rápida del Disco. Máximo seis unidades. La cajera se
llama Yenny y está en capacitación. Conversamos sobre su aprendizaje, la
ciudad y la lluvia que se aparece cuando menos se la espera. Me dice
que no entiende: cuando me pide la tarjeta Más, yo le paso la de crédito
por equivocación y cuando me pregunta de nuevo, le digo me la olvidé, no importa.
“Estás distraído”, asegura. “O enamorado”. Le digo entonces que sos de
otro planeta. “¿Cómo E.T.?”, dice bajito con media sonrisa. “Algo así”.
Después de un breve silencio le hablo de tus ojos. “Nunca conocí a
alguien con ojos grises”. Antes de irme, Yenny me pregunta “¿La querés
mucho?”. “Tanto que no sé si me la inventé”. Mientras camino a casa
supongo que sería feliz si yo pudiera ser vos porque
estaría contigo todo el tiempo, con cada canción que bailaras, cada
libro que leyeras y cada viaje que emprendieras, encontrando en tu
corazón un lugar para dormir poco antes del alba. Entonces, ¿Puede
alguien hablar con un fantasma?”, me pregunto al mirarme al espejo y no
ver ahí nada.
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