miércoles, 13 de julio de 2011

Diálogos

EL
Quiero poner una verdulería. En la esquina. En frente de la que hay ahora. La que fui hoy, y me vendió un kilo de manzanas arenosas. Y eso que pregunté cómo estaban. Y José, si así se llama porque ahora su honestidad está en duda, personalmente las recomendó. Pero no me gustan las túnicas azules, ni ponerme el lápiz en la oreja, ni hacer las cuentas a mano, ni engatusar gente con manzanas arenosas.

ELLA
Ta, y yo hago los carteles de los precios y escribo el pizarrón.
Amo escribir ofertas en el pizarrón
En otra vida laburé en un dinner yankee y me pagaban re poco pero tenía seguro y un trajecito rosado con puntilla blanca y una vinchita de puntilla en la cabeza.
Y masticaba mis chicles planos y largos con la boca abierta y preguntaba (en inglés, claro) "Qué va a tomar?"

domingo, 26 de junio de 2011

Olores y amores


No me gusta ir a la casa de la abuela. Es oscura y tiene olor a sopa. Odio la sopa, aunque sea de letritas. Mati me escribió NAVO y se reía, hasta que Mamá lo vio y le dijo que iba con B de burro, como él. Le dijo que si seguía así se quedaría sin los caramelos de postre. A mí, los que más me gustan son los violetas. No sé si por el gusto, o más bien porque son los que mejor resisten el calor del bolsillo de la abuela. Mati dice que son caramelos babosa, mientras me saca la lengua mostrándolos. Las babosas son caracoles sin casa, como nosotros, porque la unidad reajustable para Papá está cara. El abuelo dice que alquilando tiramos la plata a la calle, pero con Mati nunca vimos ni una moneda en el patio. Ojalá pasáramos más tiempo en el patio, jugando a la pelota. Pero en la siesta no se puede jugar, y a Mati le divierte más disfrazarse con los vestidos de la abuela. El abuelo dice que es una mariposita, pero nunca lo vi usando alitas. El día que se comió todas las pelotitas blancas con olor raro del ropero casi se va al cielo. Pero sin alas no se puede llegar muy lejos.    

sábado, 18 de junio de 2011

Instrucciones para patear piedritas. Vol II


Detengámonos brevemente en la manera correcta de patear piedritas.


Previamente se debe haber fracasado, una vez más, en el arte de la seducción.

Se recomienda, pero  no exige, acusar recibo de varias vueltas de mostrador.

La pateada debe realizarse en solitario, o en caso de compañía, prescindir de participar en conversación grupal alguna.

El elemento a patear nunca debe ser buscado, uno se topa con él mientras repasa lo que debería haber dicho.

Las manos deberán estar en los bolsillos y la mirada en el piso. Se encuentra permitido silbar bajito alguna melodía triste (escalas menores pueden ser de suma utilidad).  

No hay una forma establecida de terminar, pero una vez que se le erra, se abandona.

Evite bocacalles, no hay goles, después de todo es una derrota sin honor.

Duración promedio de la pateadita: media cuadra